Rafa Nadal volvió a hacer gala de una fortaleza mental inaudita para meterse en segunda ronda del Abierto de Pekín. El número uno del mundo luchó contra un rival en estado de gracia, el francés Lucas Pouille, y salió victorioso de forma brillante. Para eso tuvo que remontar un set en contra y salvar dos pelotas de partido en un duelo que se alargó hasta las dos horas y media (4-6, 7-6 y 7-5). El ruso Karen Khachanov será su próximo rival.
Pouille se marchará a su casa sin comprender como ha podido perder un partido en el que lo hizo todo a las mil maravillas. Su mejor encuentro de la temporada sin lugar a dudas. No estuvo especialmente brillante Nadal sino en los momentos decisivos. Como en el tie-break del segundo set, cuando con dos bolas de partido en contra, fue capaz de parar el tiempo y hacer que el tenis volviese a agradecerle su existencia.
El tie-break del segundo set, con dos bolas de partido en contra, Nadal fue capaz de parar el tiempo y hacer que el tenis volviese a agradecerle su existencia
El francés, un jugador muy peligroso por su potente drive, jugó un primer set y medio para el recuerdo. Un monólogo en el que Nadal nunca pudo ni siquiera opinar. Sus misiles profundos con el revés hicieron un daño terrible al manacorí, y con la derecha fue capaz de abrir ángulos imposibles de devolver. Desde el inicio la bola corrió siempre a su favor. Nadal, menos profundo en sus golpes y más lento de piernas, fue siempre a contracorriente.
Pouille navegaba a la velocidad de la luz y la batalla, desde el mismo comienzo, no parecía halagüeña para el español. Sus golpes ganadores se acumulaban mientras Nadal sacaba adelante su saque para mantenerse vivo en el set. En el quinto juego llegaron las dos primeras bolas de break para el francés, que aprovechó para lograr ventaja en el marcador.
La primera manga no duró mucho más. Pouille se mostró intratable al servicio y cerró el set sin que Nadal pudiese intimidarle. El número uno se fue a su silla cabizbajo, sin soluciones aparentes para hacer frente al tsunami francés. La segunda manga comenzó de forma similar. Nadal intentó conectar sus golpes de seguridad e ir ganando en confianza. Pero una y otra vez Pouille respondía con agresividad y potencia desde el fondo de la pista.
El partido se igualó gracias al dominio de Nadal en el servicio. Durante toda la segunda manga ninguno concedería una sola bola de rotura. Llegados al tie-break, la presión era para Nadal, que veía como su rival no bajaba el nivel y le acercaba al abismo. Pouille siguió pegando desde el fondo en busca de unas líneas que parecían más anchas que nunca y logró un mini break para disponer de dos bolas de partido (6-4).
El número uno volvió a demostrar que cualquier partido es un buen momento para sacar su lado salvaje y demostrar que su reinado es muy serio
Ahí apareció el competidor salvaje que Nadal lleva dentro. Se negó a perder una vez más. Rompió el saque de Pouille para salvar la primera y ya con su servicio logró ventaja para llevarse el set. Todo lo había hecho bien el francés, que sin embargo comenzaba a asumir que ni su mejor tenis podría derrotar a Nadal.
En la manga definitiva cambiaron las tornas. El que peleaba por no conceder bolas de break era Pouille y Nadal cerraba su saque con contundencia. En el noveno juego se quedó cerca del premio. En el undécimo no falló y logró su primera rotura en todo el encuentro, suficiente para llevarse el triunfo en un partido durísimo. El número uno volvió a demostrar que cualquier partido es un buen momento para sacar su lado salvaje y demostrar que su reinado es muy serio.