Messi ayer y hoy

 

Cuando todavía nadie, ni el propio Lionel Messi, se imaginaba hasta dónde llegaría, hubo un hombre que alimentó -literalmente- el hambre de gloria de ese pequeño escurridizo de seis años en las escuela de fútbol de Newell's Old Boys.

 

Ese hombre se llama Carlos Marconi y fue el primer entrenador que tuvo Messi, el crack argentino del FC Barcelona, considerado por muchos como el mejor jugador en la historia del fútbol.

La fórmula de motivación de Marconi para que Messi aumentara de peso fue prometerle un alfajor por cada gol y dos si ese gol era de cabeza.

“Anotaba 3 o 4 goles por partido, y a veces le daba por gambetear a todo el equipo rival, incluyendo al arquero, y ya sólo frente al arco, levantaba la pelota y anotaba con la cabeza para ganarse dos alfajores”.

Un día, Messi metió seis goles y repartió la media docena de alfajores entre sus compañeros. Como en el equipo eran siete, él se quedó sin nada y Marconi lo recuerda con mucha emoción:

“Ese día lloré al ver el gesto de Leo. Que un niño de 7 años, loco por los alfajores, haga algo así por sus compañeros muestra la clase de persona en que se iba a convertir, siempre pensando en los demás”.

Marconi comentó que Messi "adentro de la cancha parecía un enano porque tenía una fisonomía grande en miniatura. Jugaba como ahora pero con siete u ocho años. No aprendía de nadie. Nadie le enseñó. Su talento es innato".

Muchos paisanos de Leo Messi llamaban al club para saber cuándo jugaba ese ‘chiquito’ al fútbol. Era tal la expectación que levantaba al verlo jugar que aglutinaba a un elevado número de aficionados cada vez que Leo jugaba un partido.

“Llamaba mucha gente de Rosario, pero también del interior. Era una delicia verle jugar, algo superlativo. De hecho, lo mismo que hace ahora como profesional ya lo hacía cuando era un niño", afirmaba Marconi.