El asunto Cheryshev ha dejado desnudo al todopoderoso Real Madrid. El fallo en los sucesivos filtros del club, desde el director deportivo hasta el delegado, ha confirmado las sensaciones desprendidas a raíz del fallido fichaje de David de Gea el último día del mercado de verano. Como si de una película se tratase, en esta ocasión también hay de por medio un fax y una mano inocente que ha conducido al club al ridículo mundial. En el club, como siempre buscan una cabeza de turco en lugar de mirarse el ombligo.
Desde que se conoció la alineación indebida de Cheryshev con la primera parte en juego del Cádiz-Real Madrid, desde el club blanco se intentaron lavar las manos, escudándose en múltiples teorías. Emilio Butragueño, por ejemplo, comentó que el club no había recibido ninguna notificación de la Real Federación Española de Fútbol sobre la sanción del jugador. La RFEF aclaró que este organismo sólo tiene obligación de hacerlas públicas en sus canales oficiales pero en ningún caso a los clubes en particular. De hecho, siempre según el portavoz de la RFEF, son los propios clubes los que se dirigen al organismo sancionador, bien por fax o por correo electrónico, para cerciorarse de la situación de sus jugadores en plantilla, así como los cedidos.
De momento, en el Real Madrid guardan silencio y ninguno de los ocho miembros que configuran el Departamento de Fútbol se ha pronunciado. Tendrán que aclarar a los socios si solicitaron esa información a la RFEF, como hicieron otros clubes; y, si se hizo, por qué no ha funcionado la vía interna de comunicación.
También se filtró desde el Madrid que el Villarreal tendría que haber devuelto al jugador con un anexo con la sanción. El club castellonense, que señala que no había ningún tipo de obligación al respecto al tratarse de una cesión, y que Cherishev sabía de la existencia de la sanción porque con la tarjeta que vio ante el Barcelona (la tercera del ciclo) no habría podido jugar la final de la Copa del Rey, en el caso de que su entonces equipo se hubiese clasificado.