“Una de las cosas buenas que tiene estar acá es que te enterás de poco: no hay redes sociales, no podés leer mucho porque no entendés el idioma… Y eso te ayuda a desconectar, te oxigena la cabeza, aunque también a veces te vienen con cada cosa”, comenta, con una sonrisa, Gustavo Poyet, acerca de cómo se transitan los días en un lugar que tiene mucho para disfrutar y muchísimo del que aprender.