Familiares de los pacientes con cáncer también necesitan ayuda

Familiares de los pacientes con cáncer también necesitan ayuda

 

Ellos no están enfermos, no tienen que someterse a tratamientos ni acudir al hospital con frecuencia.

Sin embargo, los familiares y amigos de los pacientes con cáncer soportan a menudo una gran carga emocional. Su papel es apoyar y ayudar a sus familiares, pero con ellos, también sienten miedo, impotencia e incertidumbre y, muy a menudo, la responsabilidad de estar presente en cualquier circunstancia en la que el paciente pueda necesitarle. Por eso, a su vez, también requieren el apoyo y la comprensión de quienes les rodean. 

Ante el cáncer, las reacciones emocionales de cada uno pueden ser distintas y, a veces, el paciente saca más fuerzas de sí mismo mientras que el familiar se siente desarmado.

 

“Ojalá pudiera pasar esto por ti”. Es la frase que dicen “de corazón” las madres a sus hijos cuando les ven enfermos. Y también lo piensan los adultos ante la enfermedad de sus seres queridos, pero cuando no somos nosotros los pacientes, es frecuente que no conozcamos muchas estrategias para asumir el papel de cuidador. No somos médicos, ni enfermeros, y aunque lo seamos, el rol es diferente cuando la enfermedad se vive en primera persona. También dependerá del grado de cercanía con el paciente, de su edad y de su autoridad ante el cuidador. No es lo mismo ver enfermo a nuestro padre, a nuestra madre que a un hijo.

Afrontar la enfermedad paso a paso

Cuando estamos enfermos nos enfrentamos a impedimentos físicos para poder luchar al cien por cien; sin embargo, el familiar del enfermo siente que todo el mundo cuenta con su capacidad para afrontar la nueva situación. Moralmente aceptamos sin condiciones, pero el problema es que, a veces, es la primera vez que alguien querido necesita literalmente nuestra ayuda, tiempo, cariño, serenidad, conocimientos y paciencia. En este sentido, al paciente se le consiente más por su vulnerabilidad, pero al cuidador, por el contrario, se le va a exigir un nivel de respuesta acorde a los valores de nuestra sociedad, algo que puede provocar un fuerte desgaste físico y emocional. Ten en cuenta estos aspectos:

  • Los tratamientos son largos y hay que vivirlos cubriendo paso a paso sus fases, haciendo frente a la indecisión del futuro, sin anticipar ni desesperarse. Y para ello, es importante centrarnos en el día a día, en aprovechar los buenos momentos y dejando que las etapas posteriores del tratamiento nos esperen en el tiempo y sin pretender vivirlas con anticipación. Este hecho no debe constituir un obstáculo para tener nuestros planes y proyectos, pero quizá sí debamos ir acortando los plazos para que los veamos más cercanos y realistas.
  • La sinceridad es la mejor arma para ofrecer lo que podemos dar o no en esos momentos. Decir: “Estoy aquí para ti, estés contento o sufriendo”, es todo lo que el paciente necesita oír y lo que resume nuestra postura como cuidadores. Es crucial ser conscientes de la situación y no obviarlo como algo que pasará, sino haciéndose responsables de ese papel.
  • Crear un ambiente abierto en casa, relajará las tensiones. No dejes que todo gire alrededor del cáncer y las consultas médicas. Busca momentos agradables cada día que os permitan aparcar un rato las preocupaciones como los juegos de mesa o de ordenador, que no requieren mucho esfuerzo o cosas triviales que nos ocupan un tiempo y nos gustan, como cuidar las plantas, ver una película o escuchar música alegre en una merienda… Todos tenemos o podemos buscar alguna afición fácil para compartir con nuestros familiares y amigos, haciendo de esos momentos una parte importante y esperada del día.

 

En este sentido, ¿cómo respondemos y qué necesitamos saber para cuidar a alguien a quien queremos? Y, a largo plazo, ¿quién cuida al cuidador y qué tareas nos van a ayudar a no “quemarnos” o caer en el agotamiento? De igual modo que para el paciente es importante el apoyo familiar para el buen pronóstico y desarrollo de la enfermedad, para la persona a que cuidar a un ser querido es igualmente necesario que sienta un apoyo externo para que, si se llega a sentir impotente y desbordado, no contagie ni preocupe en exceso al paciente y para que no se desconecte y aísle de la vida social y laboral.